viernes, 28 de marzo de 2014


 


¡YU-ES-EI! (CAPITÁN AMÉRICA VS. RIEFENSTAHL)
 

Uno de los abanderados de la propaganda norteamericana en la II Guerra Mundial retoma su versión contemporánea con un mensaje ambiguo y altas dosis de entretenimiento
 


1935. Miles de miembros uniformados del Partido Nacionalsocialista alemán que encabeza Adolf  Hitler desfilan con su habitual diligencia y concisión por el perímetro delimitado en el congreso de Nuremberg. Una joven Leni Riefenstahl -contaba por aquel entonces con 33 años- documenta el acontecimiento mientras introduce recursos técnicos revolucionarios para la época. Las tomas aéreas, los travellings o su concepción de la música en la gran pantalla llamaron poderosamente la atención de la aún exigua comunidad cinematográfica que asistía asombrada a un considerable avance en el sector. Era el cuarto film de Riefenstahl y el más recordado. El triunfo de la voluntad (1935) es considerado el paradigma del cine propagandístico.
 
 
 
Aquella película impulsada con brío por Hitler (Goebbels era su ministro de propaganda aunque debió de poner más de una traba a Riefenstahl) buscaba arengar al pueblo alemán. Con la astucia, algo pérfida, propia del político, el führer demandó a la cineasta una obra que se centrará en lo artístico en detrimento de lo explícito. Leni Riefenstahl lo explicó, más tarde, de esta manera: “Él quería un filme que mostrara el congreso desde un ojo no experto que seleccionara sólo lo que fuera artísticamente satisfactorio; en términos de espectáculo, supongo que se puede decir. Él quería un filme que movilizara, atrajera, impresionara a una audiencia que no estaba necesariamente interesada en la política”. Un visionario.
 
Aunque esta introducción parezca extensa y sin una conexión clara con uno de los estrenos del año, lo cierto es que la relación es directa. Alto exponente, hoy día, del cine palomitero y evasivo -cierto, el cine de superhéroes tiene su hondura pero hay una distancia con respecto a los cómics-, el Capitán América tiene sus raíces en épocas pretéritas. Tanto como las que nos retrotraen a los meses inmediatamente anteriores del inicio de la participación de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial. 1941. La propaganda que Hitler y Riefenstahl habían sublimado seis años antes se había propagado, desde la perspectiva opuesta, en distintos soportes también por Estados Unidos, sobre todo en cine pero también a través de la viñeta. Al contrario que sus oponentes alemanes -el contexto era ya bélico, además-, los yankees lanzaron proclamas mucho más directas. De hecho, la carga antinazi de estos primeros volúmenes del primer Capitán América realizados por Jack Kirby y Joe Simon era latente.
 

 
Todo este contexto nos lleva ya a terrenos puramente cinematográficos. Sin guerras –al menos de ese calado- en las que enzarzarse, el Capitán América del Siglo XXI es portador en la gran pantalla de un discurso algo ambiguo y rancio. El cómic ha proporcionado al personaje la oportunidad de reinventarse más de una vez en diferentes coyunturas sociopolíticas, sin embargo su traslación a la gran pantalla ha sido, aunque satisfactoria en el plano artístico, algo decepcionante en el ideológico. Algo de esperar, asimismo. Hollywood. El Capitán América es en cine la avanzadilla de una nación, USA, recipiente de los más altos valores. Y aunque el propio Capi cuestione en ocasiones el engranaje, es defensor, a veces rozando la mojigatería, de  la maquinaria.

 
 
 
EL ‘CAPI’, MARVEL STUDIOS, VIGALONDO…
 
Así, tras haber desembarcado en la televisión norteamericana en formato animado, algún que otro bodriete en forma de adaptación turca –dan para escribir un libro- como Capitán América y El Santo contra Spiderman (1973) y la cutrada de Albert Pyun del 90, por fin llegó en 2011 CapitánAmérica: el primer vengador. Joe Johnston confeccionó este film, para muchos de lo más completo de Marvel Studios. Parece que el máximo responsable de Cariño he encogido a los niños (1989) redefinió su maravillosa Rocketeer (1991) en esta nueva contienda entre yankees y nazis. Ahora son los hermanos Russo quienes toman las riendas de este buque insignia de Marvel. Pese a una experiencia reprobable que acota series de medio pelo Tú, yo y ahora... Dupreee (2006) y Bienvenidos a Collinwood (2002), la crítica, en general, ha ensalzado el trabajo.
 


 
Con Capitán América: el soldado de invierno, Marvel Studios arranca este 2014 y continúa la segunda fase de su megaproyecto que arrancó con Iron Man 3 (2013) y Thor: el mundo oscuro (2013). Guardianes de la galaxiaLos Vengadores 2: la era de Ultron cerrarán este trecho en 2014 y 2015. La tercera fase se arrancará con el hombre hormiga, Ant-Man y demás films todavía en fase de preproducción como las terceras partes de Thor, el propio Capitán América, una posible adaptación fílmica de Doctor Extraño… Diversos componentes de un cada día más amplio universo heroíco-cinematográfico al que pronto se unirá Nacho Vigalondo. El director cántabro hizo buenas migas en su día con el guionista de cómics Mark Millar (Kick Ass, Wanted), escritor muy personal y ya adaptado en USA, cuando se encontraba promocionando en Los Angéles su corto, candidato al Oscar, 7:35 de la mañana (2004). Eso unido la devoción por los cómics del cineasta le ha permitido asaltar Hollywood desde el flanco, que probablemente hubiera escogido. Vigalondo filmará Supercroocks, historia sobre unos supervillanos británicos retirados en la costa española que se disponen a realizar un último trabajo.
 
Así las cosas, Capitán América: el soldado de invierno será seguramente un film intenso, dinámico, con cierto trasfondo, los alicientes que componen Scarlett Johansson, de un fichaje estrella que aportará empaque -el de Robert Redford- y de la introducción de personajes del cómic como Falcon o el propio soldado de invierno. Probablemente destaque sobre los otros productos Marvel aunque su origen emane ese aire de condescendencia, seña identitaria de los yankees más retrógrados, cambiando ahora nazis por comunistas. Lo hará además desde una óptica artística, claro. Como propuso aquel visionario de la propaganda. Como hoy hacen tantos, la verdad.
 
 
 

viernes, 21 de marzo de 2014



JORDAN RESUCITA AL VAMPIRO

El irlandés Neil Jordan retoma el género terrorífico con 'Byzantium' leyendo, de paso, la cartilla a la subcategoría vampírica adolescente encumbrada por 'Crepúsculo'
 
 
 

No hace falta ser ningún Carlos Boyero para adelantar qué estrenos se llevarán la atención del público este fin de semana. Salvo catástrofe El gran hotel Budapest, de Wes Anderson, Non-Stop, el thriller aéreo del asentadísimo Jaume Collet-Serra y la ficción bisbaliana Tú y yo ocuparán el podio en este penúltimo fin de semana de marzo. Sin embargo, asoma con sensatez y paso firme un trabajo con multitud de credenciales que, lamentablemente, no garantizan longevidad en las salas.

Byzantium es el último trabajo de Neil Jordan que busca dignificar el pseudogénero protagonizado por vampiros con acné. El film tuvo una buena acogida en el pasado festival de Sitges -uno de los máximos referentes mundiales en cuanto a cine fantástico- y cuenta, además, con la presencia de una pareja femenina de gran atractivo. Gemma Arterton (Quantum of solace (2008) con un aura paternal que convive con su naturaleza de súcubo y la tierna Saoirse Ronan (El gran hotel Budapest, Hanna (2011), una de las actrices jóvenes con más prestigio del panorama. Sin embargo, el reclamo protagónico se convierte en anécdota al repasar la filmografía de uno de los directores más talentosos que ha parido Irlanda.


Surrealista a veces (Desayuno en Plutón (2005), otras sastre de corte clásico (El buen ladrón (2002), difusor de voces de denuncia contemporánea (Juego de lágrimas (1992) o que bucean en la historia reciente (Michael Collins (1996), siempre ha resaltado en su filmografía su devoción por el cine fantástico en general y de terror en particular. Muchos de los más grandes cineastas del momento mostraron su amor por este género aunque pocos han continuado el romance, es de suponer que por designios de la industria. Ahí están los ejemplos de James Cameron, que arrancó su filmografía con Piraña II (1981); Spielberg con El diablo sobre ruedas (1971); Coppola con su Dementia 13 (1963), en asociación con Roger Corman o Pedro Almodóvar -éste en los últimos tiempos-, al que se le ha comparado en más de una ocasión con el propio Jordan por sus personalísimos universos y que desató su vena más perversa en La piel que habito (2011), inspirada en el clásico del cine de terror de los sesenta Los ojos sin rostro (1960), de George Franju, aunque se trate de una adaptación de Tarántula, novela de Thierry Jonquet.


Neil Jordan inició su carrera con la aclamada En compañía de lobos (1984) pero, a diferencia de la mayoría de sus coetáneos (hay excepciones como el Drácula (1992) de Coppola) no ha abandonado este maravilloso género. Maravilloso siempre que se lea de manera correcta. Ya lo decía Alex de la Iglesia, referente del cine fantástico estatal: “No me gustan las películas de terror ‘dónde está Mary’, en las que aparece un adolescente buscando a su novia en una casa abandonada, a oscuras… De repente oye un ruido, se asusta y musita “¿Mary? No, es el gato”, y de repente se lo cargan”. Efectivamente Jordan ha sabido dotar a la práctica totalidad de sus obras y, por supuesto, a sus films de terror de una hondura apreciable. Si en En compañía de lobos el irlandés reinterpretaba el cuento de Caperucita Roja, en esta Byzantium asoman indicios de similar temática. Asimismo, el cineasta conjuga con maestría los rojos, vehículo cromático de la pasión, la sangre, el peligro, lo prohibido.

 
El responsable de Entrevista con el vampiro (1994) retoma esta senda vampírica adecuándola a la coyuntura. Tan antiguos como el propio medio -Melies ya rodó en 1896 Le manoir du diable (La mansión del diablo) sobre el tema-, el género de los chupasangres ha proporcionado al cine incunables como el Nosferatu (1922) de Murnau, moderneces como Blade (1998), reflexiones podría decirse que de autor como en Cronos (1993) o Déjame entrar (2008), evasiones de serie B como Blackula (1972), mitos como Christopher Lee o Bela Lugosi que hasta tiene un sello… Interminable vivero argumental, el malo por antonomasia de la historia del séptimo arte va hoy al instituto. La almibarada y culebrónica saga de Crepúsculo (si quieres ver el enlace búscalo tú) es el máximo exponente pero no hay que perder de vista buenas adecuaciones como el remake de Fright night (2011). Poquita cosa más. 
  

 

Chica Bond y la 'libre' y precoz Saoirse


Llama la atención también en el film la pareja protagonista. Gemma Arterton, chica Bond en Quantum of solace (2008), obtiene de manos de Jordan su papel más interesante en años, rol que parece desplegar con soltura. Nada que ver -en cuanto a su filmografía- con la imparable carrera de Saoirse Ronan. Saoirse, que significa libertad en gaélico, nació en el Bronx aunque se trasladó a Irlanda a los tres años. Hija del actor Paul Ronan, con tan sólo 19 añitos ya ha sido candidata como actriz de reparto a los Oscar, Bafta y Globos de Oro en 2008 por Expiación, más allá de la pasión. Dos años más tarde, la academia británica volvió a tenerla entre sus posibles triunfadoras por su interpretación en la cinta de Peter Jackson The lovely Bones (2009). Este excepcional arranque en su carrera le ha proporcionado ya protagonistas en producciones de esencia comercial como The host (2013) o Hanna (2011) e incluso en proyectos más personales como How I live now (2013) del versátil Kevin McDonald. La prueba de su innegable vigencia es su aparición también en El gran hotel Budapest, ganadora del Oso de Plata en la pasada Berlinale y aspirante a reventar taquillas desde hoy.

 

miércoles, 12 de marzo de 2014


ENTRE VAYASEMANITARRIETA Y ELOTROLADODELACAMARENA


'8 Apellidos vascos' se postula como una de las 'revientataquillas' del curso desde una propuesta que parece edulcorar la transgresión de los tiempos de Borja Cobeaga en 'Vaya semanita' para ensamblarla con la esencia 'cool' de 'El otro lado de la cama'
 

 


“¡Euskadi tiene un color especiaaaaal!”. La primera en la frente. Cuando, hace ya un tiempo, comenzaron a pulular los primeros rumores sobre un proyecto cómico que abordaría el ‘conflicto vasco’ o al menos que se ubicaría en este entorno, uno, ciego, vislumbraba una peli ácida. Más todavía, al conocer la implicación en el film de Borja Cobeaga y su compañero Diego San José. En ascuas aún, este viernes saldremos de dudas pero las promociones del último trabajo de Emilio Martínez-Lázaro (El otro lado de la cama (2002) insinúan un film bienintencionado en aras de rozar el beneplácito general y no lastimar susceptibilidad alguna. Comprensible.

Comprensible aunque algo desolador para el espectador sin prejuicios que veía en la temática un filón con tanto jugo. El propio tándem que guioniza la cinta, Cobeaga-San José, ya lo demostró en aquella época dorada de Vaya Semanita (2003-actualidad) con el Pelanas a la caza de txipironas o Joxepo perdiendo el bote. No obstante, hay que remarcar el sonoro fracaso en que se constituyó su traducción -catódica- estatal, Made in China (2005), cancelada en un suspiro por los regidores del ente público en otra práctica propia de entidades de carácter privado. La traslación de un humor tan local no es tarea fácil. Se entiende por lo tanto que esta primera toma de contacto desde una perspectiva cómica de la industria cinematográfica española con el entorno abertzale se haga con suma cautela por las diferentes posturas que lo rodean. De hecho, Borja Cobeaga viene anunciando desde 2010 su próximo proyecto: Fe de etarras. Este trabajo –para el que también se barajó el nombre de Etarriza como puedas- no ha fructificado y la identidad en la ficción de sus protagonistas, miembros de la banda, parece tener la culpa. La sociedad, en términos generales, no está preparada para una película así. O eso piensan los señores productores.
 
 

Por otra parte, hay que recordar que el ‘conflicto vasco’ en sí, ha sido llevado a la gran pantalla en múltiples ocasiones con resultados varios. Desde la Operación Ogro (1979) de Gillo Pontecorvo y musicada por Ennio Morricone sobre el atentado contra Carrero Blanco -tema que también trató Comando Txikia: muerte de un presidente (1976), con Paul Naschy, Juan Luis Galiardo y Toni Isbert- hasta la reciente Lobo (2004), pasando por La fuga de Segovia (1981) de Imanol Uribe, Sombras en una batalla (1993) de Mario Camus, Días contados (1994), Yoyes (2000) o La pelota vasca (2003). Desde un flanco diferente por género y más oscuro, Eloy de la Iglesia describió con rotundidad este entorno en El pico (1983) mientras que Aupa Etxebeste! (2005) ahondaba de un modo satírico en el costumbrismo vasco a través de la comedia y sin incidir en las aristas sociales modeladas por el ‘conflicto’.
 
 

Pero este contexto no debe ocultar que Clara Lago es una buena actriz con dotes para la comedia. Como un Karra Elejalde que, me da a mí, salvará la cinta en buena parte. O la aidística Carmen Machi. Y Dani Rovira pese a que se trata de su debut en el cine. No debería importar demasiado. El tránsito del club de monólogos al plató es práctica común en Estados Unidos donde el género cómico en el celuloide se ha nutrido de la stand-up comedy (monologuistas) en general y, en concreto, de Saturday Night Live (1975-actualidad). Como se mencionaba en un post anterior, el programa de la NBC ha sido cuna artística de iconos del género como Dan Aykroid, John Belushi, Chevy Chase, Eddie Murphy, Billy Cristal, Bill Murray, Martin Short, Adam Sandler, Tina Fey, Will Ferrell, Mike Myers… En la industria patria este paso se ve con naturalidad desde la irrupción en antena y posterior éxito de La hora chanante (2002-2005), sobre todo, y de El club de la comedia (1999-2005) con los Joaquín Reyes, Ernesto Sevilla, Joaquín López o el mismo Dani Rovira que han iniciado este tránsito.


‘Oso de Oro’ Martínez

Más allá de condicionantes externos, aunque puedan haber coartado el film de manera interna, no hay que olvidar que 8 apellidos vascos viene firmada por Emilio Martínez-Lázaro, un buen director cuyo talento ha quedado patente en múltiples trabajos. Empezando por el segundo de ellos, Las palabras de Max (1979) por el que logró el Oso de Oro en Berlín. Postulados cinematográficos lejanos a los que defiende en esta comedia de apariencia intranscendente, pensarán muchos. Sin embargo, Martínez-Lázaro traslada coherencia mediante una filmografía que le ha ido colocando en proyectos de mayor envergadura pero en los que nunca ha frivolizado. Desde Lulú de noche (1985) hasta Las trece rosas (2004) pasando por Amo tu cama rica (1991) o Los peores años de nuestra vida (1994).

Así las cosas, 8 apellidos vascos se presenta como el primer paso en el camino de la comedia costumbrista vasca formulada por la industria española con los obstáculos que se le supone a este itinerario. Se entiende, desde esta perspectiva, un abaratamiento de la carga transgresora que tan bien viste este subgénero y que consiste, básicamente, en una autocrítica feroz. Como hace Woody Allen o la nueva comedia americana con el innombrable Tío Sam, Edgar Wright con los refinados británicos, Mamet o Bogdanovic con su oficio, Wilder o los Monty Python con sus propias nacionalidades, religiones, clases… Y también las ajenas. Aunque ellos ya hayan trazado buena parte de este recorrido. Todo llegará.
 
 

viernes, 7 de marzo de 2014


FÚTBOL, ESPARTANOS Y ADAPTACIONES ‘CONTRA NATURA’


‘300: Los orígenes de un imperio’ se estrena pese a no haber acabado Frank Miller el cómic en el que se basa y tras la campaña ‘deportivocinematográfica’ impulsada por Enrique Cerezo
 

 

Muchos ya sabrán desde hace semanas del estreno de 300: El origen de un imperio que hoy tiene lugar. Lo sabrán gracias a la alargada sombra de Enrique Cerezo. El presidente que ha descabalgado al Atlético de Madrid de la senda de la pupa, para quien no lo sepa, es uno de los hombres más poderosos del cine español. Comenzó allá por el 71 como ayudante de cámara en la icónica y landista Vente a Alemania Pepe y ahora preside Mercury films, Enrique Cerezo Producciones -que distribuye esta película- y la EGEDA, agrupación que reúne a varios de los más importantes productores españoles y latinoamericanos, hasta donde uno conoce.

Por supuesto, Cerezo no ha soltado un duro en esta producción pero sí se ha ocupado de la labor distributiva como se mencionaba anteriormente y, por ello, hace unas semanas vimos a medio Atlético de Madrid -y unos cuantos jugadores merengues también- acudir a su preestreno. Su clasificación genérica, el espacio que ya ha ocupado en el tiempo deportivo de muchos informativos y los nexos de su predecesora (300 (2006) con la selección española de fútbol que acogieron sus proclamas en la celebración de la Eurocopa de 2008 pueden espantar a muchos aficionados al cine aunque la realidad parezca ser bien distinta.




300: El origen de un imperio se estrena hoy con buenas referencias críticas tras haber sufrido un par de bandazos en lo que era su proyecto original, de ahí su tardía factura, ocho años después de la exitosa cinta de Zach Snyder. Se cayó un Gerard Butler que ha perdido bastante resplandor desde su ascensión al olimpo hollywoodiense que le regaló su interpretación de Leónidas. Y más tarde fue el propio Snyder quien rehusó dirigir la cinta por incompatibilidad con un proyecto de campanillas como fue El hombre de acero (2013) y que, además, ha configurado el comienzo de una grandilocuente fase-saga, similar a las llevadas a cabo por Marvel Studios, de la mano de DC que continuará con Batman vs. Superman (2016).




No obstante, la prueba de la implicación de Snyder en el film -lo que ya supone una garantía más que válida- la encontramos en la producción que asume, junto a Legendary Pictures, Cruel and Inusual films, productora que pertenece al propio Snyder y su mujer  Deborah. Cruel and Inusual Films, asociada con Warner Bros, ha auspiciado las cinco primeras cintas del director pero esta es la primera ocasión en la que el cineasta de Wisconsin no se pone tras la cámara. Lo hará un semidesconocido Noam Murro que sólo había firmado hasta la fecha Gente inteligente (2008). Anteriormente se había tanteado a Guy Ritchie y Jaume Collet-Serra, a priori, con un perfil mucho más ad hoc. Con todo, cabe apuntar que el director israelí rechazó la última entrega de La jungla de cristal -La jungla: Un buen día para morir (2013)- para hacerse con este proyecto por la confianza que le mostró el propio Snyder.

Así, 300: El origen de un imperio se presenta como una cinta huérfana de grandes nombres pero respaldada por buenas críticas y por este pequeño anecdotario en su desarrollo que la hacen, cuando menos, atractiva. El electrónico y enérgico Junkie XL se ha encargado de sonorizar esta nueva avalancha de impactantes imágenes rodadas con exceso de croma o green screen que busca acercar a los más jóvenes relatos épicos o hasta mitológicos como los filmados en la Furia de titanes (1981) original, Ulises (1954) -primer trabajo, aunque no se acredite, del padre del Giallo Mario Bava- o la propia antecesora de esta mini-saga: El león de Esparta o The 300 spartans (1962), muy superiores a tostones contemporáneos como Troya o Alejandro Magno, ambas de 2004. Con un director y un reparto desconocidos, la película apuesta por nuevas caras. Repite el modelo-actor brasileño Rodrigo Santoro en su rol más conocido: el de Gerges. Protagoniza el australiano Sullivan Stapleton (al que sólo hemos podido ver en secundarios como su papel de Animal Kingdom (2010) y le acompaña Eva Green, de quien nos habíamos olvidado tras su debut en Soñadores (2003), de Bertolucci, y su papel como chica Bond en Casino Royale (2006), pese a su comparecencia desde entonces en buenas cintas como Franklyn (2008) o Perfect Sense (2011). Green ha debido convencer al entorno de Frank Miller (autor, para quien lo desconozca, del cómic de 300, en el que se basa esta pequeña saga) que ya la ha reclutado para la segunda parte de Sin city (2005), Sin City: Una dama por la que matar (2014), donde se podrá resarcir de esta ausencia de estrellas mientras se arrima a los Josh Brolin, Rosario Dawson, Joseph Gordon-Levitt, Ray Liotta, Mike Madsen…




Y es que nadie rechaza, hoy día, la llamada de este gurú de la novela gráfica, sin duda, una de los máximos responsables de su definitivo triunfo en la gran pantalla. Ni siquiera ha debido acabar su obra, titulada Xerxes o Gerges, para trabajar en su adaptación cinematográfica como ya ocurrió con Lionel Wigram y su moderno Sherlock Holmes, traducido al celuloide con éxito por el anteriormente citado Guy Ritchie. Poco le ha importado a una industria que parece ver en esta 300: Los orígenes de un imperio, una cinta menor dentro de su nuevo catálogo de adaptaciones de la viñeta pero de la que seguramente espera unos cuantiosos réditos por su antecesora, por la firma Miller y, en nuestro ámbito más cercano, por el impagable impulso futbolero que ya ha recibido.